El Parián (1703-1843)

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El Parián es uno de los 49 Inmuebles demolidos más recordados de la Ciudad de México. Se ubicaba en la Plaza Mayor, ahora conocida como Zócalo o Plaza de la Constitución, dentro de la Colonia Centro - Centro Histórico. Fue el primer gran edificio construido para albergar un mercado y para ordenar, de algún modo, el caos originado por el comercio en la Plaza Mayor; durante el siglo XVII y parte del XIX, se convirtió en el principal centro comercial de la Ciudad de México y en la sede para el expendio de productos de importación que llegaban a la Nueva España en la famosa nao de China.[1] Por su gran tamaño y capacidad de abastecimiento, fue el antecedente del mercado activo más antiguo de la Ciudad de México: La Merced.

Orígenes[editar | editar código]

La actividad comercial constituyó sin duda una de las actividades económicas preponderantes de la antigua Tenochtitlan, la cual se afianzó con la conquista de Tlatelolco, donde se encontraba el principal mercado de la zona. Desde antes de la llegada de los españoles, el territorio que hoy ocupa la Delegación Venustiano Carranza fue siempre una zona de intercambio comercial intenso. Era entonces el espacio obligado para el desembarque de las frutas y legumbres procedentes de Texcoco, Chalco y Xochimilco, a través de la extensa red de canales de la ciudad.[2]

Durante todo el periodo colonial las actividades económicas se diversificaron en la zona, dando lugar al despliegue de talleres manufactureros, numerosos gremios y oficios varios. Los gremios se formaron por especialistas que desde esos años imprimieron cierta identidad a la zona y generaron un fuerte arraigo entre sus miembros: sastrerías, cererías, velerías, confiterías, bizcocherías, mielerías, talabarterías, talleres de pintura y de escultura, curtidurías, además de fábricas de cola, molinos de aceite, locerías, hornos de vidrio, tejedurías y obrajes, entre otros.[2]

Historia[editar | editar código]

El Parián Villalpando.jpg

Colonial[editar | editar código]

Un acontecimiento determinante para el cambio en la fisonomía de la Plaza Mayor sucedió en junio de 1692, a causa del levantamiento popular contra el conde de Galve, durante el cual fueron quemados 280 cajones como eran denominados los puestos del mercado. El incendio de los cajones y de algunas casas de cuyos ingresos se beneficiaba el Ayuntamiento, obligaron a éste a solicitar ayuda económica al rey Carlos II, quien respondió con la siguiente Cédula, fechada en Madrid el 30 de enero de 1694:[3]

Considerando que si los cajones que servían de guarda y custodia, se volviesen a reedificar de madera, no se libertaba el riesgo de los incendios, ni la contingencia de cualquier tumulto, y teniéndose presente que en la plazuela que con ellos se componía, es donde asisten todos los vagabundos, que llaman El Baratillo, por cuya concurrencia se aumenta el riesgo, he resuelto y tenido por conveniente ordenaros y mandaros (como lo hago), que luego que recibais este despacho, dispongais se haga delineación de una plaza regular en el mismo paraje, por tenerse noticia de haber bastante ámbito para ello y para el cuerpo de unas casas moderadas, cuyos sitios se regulen con igualdad, así en lo ancho y largo, como en la elevación de forma que todas sean de una medida y de fábrica de piedra, y que estos sitios se vendan a censo enfitéutico a favor de la ciudad, con la calidad de fabricarlos de piedra dentro de uno o dos años, sin que pueda exceder una casa de otra en las medidas para la hermosura, dándoles las calles convenientes y el mayor precio a las que hicieren esquina, por tener éstas mayor estimación por la facilidad de venderse más en ellas y que sean capaces de poderlas habitar una moderada familia, por cuyo medio se evitaría el riesgo del incendio y con el mayor número de mercaderes se refrenarán los excesos de los que en esta ciudad llaman zaramullos de baratillo y quedará la plaza más hermosa, asegurada y fija la venta, y se excusará el gasto de los guardas y la incomodidad de tener otras casas donde habitar y dormir, dejando los caudales espuestos a las contingencias expresadas […].[3]

Así se aceptó la realización de una construcción que sería llamada El Parián. Con algunas modificaciones a los deseos del Rey, fueron aprobados dos planos del regidor y obrero mayor, capitán don Pedro Ximénez de los Cobos. Su construcción comenzó el 8 de agosto de 1695 (el mismo año que la pintura del Villalpando ya lo daba por terminado), y a fines de 1696 se habían concluido dos aceras, la que daba al Portal de Mercaderes y la que miraba hacia la Catedral. El edificio quedó finalmente concluido el 19 de abril de 1703 y se le puso el nombre de Parián en recuerdo del barrio de Manila destinado a la venta de productos llegados de Europa (en lengua tagala, Parián significa mercado). [3]

El parian 2.jpg

Siglo XIX[editar | editar código]

El fin del Parián comenzó a gestarse a raíz del terrible saqueo de la noche del 4 de diciembre de 1808, por parte de los defensores del virrey Iturrigaray y contra los realistas, relacionados abiertamente con los comerciantes peninsulares que ahí vendían su mercancía.[3] Aquel 4 de diciembre de 1828, más de cinco mil personas unidas a una tropa rebelde se arrojaron sobre el Parián para incendiarlo y saquearlo. Las puertas fueron destrozadas; los armarios y los mostradores quedaron hechos mil pedazos, los techos fueron incendiados, el dinero y la mercancía habían sido robados. El odio a los comerciantes peninsulares explotó de sobremanera contra el mercado y la revuelta cobró un tamaño colosal. Entre llamas y golpes se escuchaban gritos de odio que decían: ¡Mueran los españoles!, ¡Viva Lobato y lo que arrebato![4]

En julio de 1843, en “aras de la modernización urbana”, se demolió uno de los principales mercados de la ciudad de México. Desde 1821, los urbanistas consideraban indispensable la demolición del edificio, argumentando que el aspecto deteriorado y poco higiénico del Parián afeaba la Plaza Mayor. Simón Tadeo Ortiz de Ayala, por ejemplo, instaba a la autoridad a que ejerciera todo el poder y sin consideraciones ordenara la destrucción de este edificio que describió como un corral de pésimo gusto. No obstante el ímpetu de algunos proyectos, el derrumbe del "impropio" y “mal formado” mercado no se concretó sino hasta 1843, cuando Antonio López de Santa Anna, por decreto presidencial, dispuso la demolición del Parián. El proceso de modernización urbana en el siglo XIX supuso una negociación constante entre los grupos de la sociedad que experimentaban el trajín cotidiano de la remodelación de las ciudades.[5]

Así, la controversia que suscitó el derrumbe del mercado del Parián en 1843 muestra el complejo entramado social capitalino y los diversos intereses que personificaron el gobierno central, las autoridades locales, los comerciantes y la legación española en México; esta última actuó como representante de los españoles afectados por la demolición. Resulta significativo apuntar que la querella suscitada por el derribo del Parián no debatía la conservación o la demolición del edificio. Como argumento central, las negociaciones trataron el asunto de la indemnización. En 1843, los afectados buscaban garantías para que el gobierno compensara a los agraviados: a los comerciantes por dejar su lugar en el mercado y al ayuntamiento por perder la renta que percibía de los locatarios de esa plaza.[5]

Arquitectura[editar | editar código]

El edificio era cuadrado con cuatro filas de cajones ligadas en los extremos por dos corredores porticados, de oriente a poniente. La construcción fue hecha de mampostería y tepetate,18 las puertas eran de cedro y oyamel (en el cuadro de Villalpando aparecen adornadas con chapetones). Las cornisas y arcos exteriores eran de piedra labrada y, de nuevo según la pintura, sobre la puerta principal había una hornacina con una imagen de la Purísima. [3]

El edificio resultante, el 3 de septiembre de 1703, fue una construcción de forma más o menos rectangular, de 11 metros de longitud N-S y una anchura de 88 metros; se levantaba en la esquina suroeste de la Plaza Mayor y sus aceras miraban, al norte, la catedral; al sur, el edificio del Ayuntamiento; al este, el Palacio Virreinal, y, al oeste, el Portal de Mercaderes.[1]

Ocho accesos conducían al interior del mercado y se distribuían tres al norte, tres al sur, uno al este, y uno al oeste. Las cuatro aceras exteriores contaban con dos niveles: el superior, que funcionaba como trastienda o bodega, y la planta baja, que constituía propiamente el cajón o local de expendio. Una pequeña escalerilla comunicaba cada local con la planta alta. [1]

Disposición[editar | editar código]

En los cajones del Parián se establecieron los tratantes de Filipinas que sin duda eran los comerciantes más acaudalados de la capital. Muy pronto el Parián se convirtió en el centro de comercio de la Nueva España. Las mercancías que allí se vendían eran tanto de Europa como de China. Había “loza, pedrería, argentería, pasamanería […], el centro se compone de ropas hechas, y de todo género de utensilios nuevos para todo género y calidad de personas”.[3]

La gran zona comprendida entre el Parián y el Palacio estaba ocupada por los puestos de alimentos, formando un gran tianguis multitudinario en el que se vendían frutas, legumbres y todo tipo de antojitos. Más cerca de la Catedral se concentraban los puestos de loza: ollas, cazuelas y botellones. El área de la fuente estaba rodeada de puestos —las mujeres con su parasol— de pescados y huevos y los típicos aguadores con sus ollas a la espalda. Según Clavijero concurrían al mercado: “los olleros y los joyeleros de Cholollan, los plateros de Azcapozalco, los pintores de Tezcoco, los canteros de Tenalocan, los cazadores de Xilotepec, los pescadores de Cuitlahuac, los fruteros de los países calientes, los artífices de esteras y asientos de Quauhtitlán, y los cultivadores de flores de Xochimilco”.[3]

Referencias[editar | editar código]

  1. 1,0 1,1 1,2 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López, "El Parián: un siglo y medio de historia y comercio" en Boletín de Monumentos Históricos. N° 10 (1989) (Segunda Época) julio-septiembre, pp. 24-37.
  2. 2,0 2,1 Jackelyn Toriz Sánchez, Mercado el Parián: Centro de venta en el barrio de la Merced, Ciudad de México. Tesis para obtener el título de Arquitecta. México: UNAM, 2019.
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 3,6 María Teresa Suárez Molina, “Los mercados de la ciudad de México y sus pinturas” en Caminos y mercados de México. México: UNAM-INAH, 2009, pp. 435-458.
  4. Tomado de: https://mxcity.mx/2016/12/motin-del-parian/.
  5. 5,0 5,1 María Dolores Lorenzo, "Negociaciones para la modernización urbana: la demolición del Mercado del Parián en la ciudad de México, 1843" en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, N° 38, julio-diciembre 2009, pp. 85-109.