Embarcaderos y Trajineras de Xochimilco

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Los Embarcaderos y Trajineras de Xochimilco son una de las 49 Maravillas de la Ciudad de México. Consiste en un viaje sobre una canoa a lo largo de los canales de la Alcaldía Xochimilco, en la que pueden llegar a caber hasta 20 personas. Su origen se remonta a la época prehispánica, cuando los agricultores inventaron un método de cultivo llamado chinampas, las cuales se construían sobre las lagunas a base de cañas, piedras y tierra.[1] Para sembrar y recolectar, las personas se subían a una canoa y navegaban por los lagos con ayuda de su remo. Durante el siglo XIX se volvió común que estos viajes se convirtieran en turísticos, principalmente sobre el Paseo de la Viga, y en Xochimilco se volvió una actividad cotidiana en el porfiriato. En la actualidad, familias, amigos y parejas asisten a uno de los 11 embarcaderos para dar un paseo y disfrutar del hermoso paisaje de Xochimilco.

Las Chinampas[2][editar | editar código]

El paisaje de las chinampas era un paréntesis de tierra y agua que se situaba en los confines del mundo de la aldea y el mundo silvestre de la laguna. Chinampa, chinamitl, o sea “seto vivo de cañas”, o sea “terreno cercado de varas entretejidas”, es un terreno construido sobre el agua, que la borró, reduciendo poco a poco su lisura, su extensión amenazadora. Pero el agua no estaba realmente abolida (no era ella lo que inquietaba, sino su extensión, su libertad, el temor siempre vivo del ribereño a la inundación): entre terreno y terreno se abrían intervalos húmedos.

Esta práctica agricultora no fue exclusiva de los xochimilcas en los bordes de los lagos. Por las riberas del inmenso lago de Texcoco y más tarde alrededor del islote de la fundación mítica de Tenochtitlan, era práctica habitual la construcción de tierra sobre el agua para ampliar la aldea, hacer la ciudad. Cada chinampa era una propiedad que encerraba una casa, un jardín, y sobre todo árboles, aquellos sauces blancos, los ahuejotes, que son los setos vivos del chinamitl y que junto con la red acuática dibujaban el paisaje de la ciudad lacustre.

Hasta los años cuarenta gran parte de las casas de Xochimilco se construían sobre chinampas. Poco a poco, con el torbellino de la modernidad, decreció el ritmo de la circulación acuática, los canales fueron rellenados y todo se volvió tierra firme. Pero en el paisaje urbano subsistió la huella de aquella red acuática, como la que aprisionaba a la antigua Tenochtitlan, que sedujo al solado Bernal Diaz: red, tejido, hoy huella, reliquia, el laberinto de callejones que serpentean en los viejos barrios, laberinto de agua petrificada, asfaltada, muerta.

Las chinampas urbanas han desaparecido del Valle de México y con ellas toda una concepción de la ciudad —la ciudad lacustre contra la ciudad terrestre española. Sin embargo, las chinampas encontraron su máxima expresión en su modalidad rural. Ese paisaje rural formado por las chinampas que conocemos. Ese paisaje convertido en estampa trivial de Xochimilco es la parte visible de un mundo complejo de saber e imaginación originado hace cientos de años en una naturaleza bienhechora, un mundo que agoniza apenas en estos momentos.

Historia[editar | editar código]

Prehispánica[editar | editar código]

Fue en 1352 cuando una de las siete tribus nahuatlacas, que salieron de la mítica Chicomostoc, fundó Xochimilco, vocablo náhuatl que signica “en la tierra sembrada de ores”. Por eso, la chinampa (porciones de tierra colocadas sobre raíces de ahuejotes, empleadas para la siembra de legumbres y ores) guio la traza urbana ortogonal de Xochimilco, similar a la de Tenochtitlan, pues entre ellas se dejaron canales de agua para transportar los alimentos en canoas. [3]

Los mexicas obligaron a los xochimilcas a construir la gran Calzada de Iztapalapa, hoy Tlalpan, así como a proporcionar material y mano de obra para edificar su pirámide principal. Los españoles respetaron el sistema chinampero de Xochimilco, pues de él se alimentó la capital de la Nueva España durante el virreinato. Por su parte, los lagos de Texcoco y Xochimilco aportaban más de un millón de pescados al año.[4]

Sobre este campo artificial de extraordinaria fertilidad, el hombre sembró las plantas comestibles y las flores sagradas que requerían las innumerables bocas y las innumerables ceremonias de la gran Tenochtitlan; e ideó un sistema complejo de cultivo amoldando sus herramientas, sus movimientos y sus ritmos a la forma, a la naturaleza del paisaje que había creado. Parcelas de tierra ligera extremadamente alargadas con el objeto de que pudieran beneficiarse de un riesgo permanente subterráneo, orientadas todas en el mismo sentido y unidas por los caminos de agua circundantes. Pero el hombre de las chinampas no olvidó su mundo primigenio. Siguió pescando en los canales, o incursionando en el lago, el territorio de lo silvestre por excelencia —de lo sagrado por naturaleza—, para la caza de aves y la recolección del tule. Solo más tarde el hombre se atrevería a subir cerro adentro, a colonizar el bosque, hacerlo campo y terraza de cultivo, a usar madera, su leña.[2]

La edad de oro de las chinampas coincide con el último siglo mexica y el primer siglo virreinal: entre 1400 y 1600. La conquista absoluta de la cuenca lacustre no bastó para derruir de la noche a la mañana el paraíso construido por generaciones de indios sobre principios estrictos. Frágil equilibrio entre las aguas dulces y las aguas saladas, entre el capricho de las intemperies y los ciclos de vida de cientos de plantas; la unidad de miles de familias; el compromiso sagrado con las deidades de los elementos y de la fecundidad.[2]

Colonial[editar | editar código]

Así, con la Conquista los españoles respetaron el sistema chinampero de Xochimilco, pues de él se alimentó la capital de la Nueva España durante el virreinato.[3] Pero poco a poco, a lo largo del siglo XVI, las chinampas desaparecieron paulatinamente casi en su totalidad, ahogadas por las crecidas aguas, podridas por la silva acuática de nuevo reinante. Sin embargo, el saber de la “chinampería” quedó intacto en la mente de los pocos sobrevivientes de las pestes, las migraciones y los trabajos forzados. [2]

Cuando se reanudó la construcción de las chinampas y el cultivo de las hortalizas y las flores para abastecer la capital novohispana, pocas cosas habían cambiado: algunas especies nuevas, el abandono de otras, la transformación de alguna zonas en pastizales secos. Pero, en general, el español, pese (o gracias) a su horror por lo húmedo, no se metió con las chinampas, ni para desecarlas ni para controlarlas. Fue la gigantesca empresa de desagüe de los lagos —fruto de la cosmogonía española de lo seco— emprendida en el siglo XVII y que duraría más de tres siglos, la causa profunda de la lenta agonía de un sistema agrario cuyo final estamos presenciando hoy.[2]

Siglo XIX[editar | editar código]

Hacia 1891 uno de los hacendados del rumbo, Íñigo Noriega, estableció una línea de pequeños barcos de vapor que iban de Xochimilco a Iztacalco, por el famoso Paseo de la Viga, cobrando 12 centavos por viaje.[4]

La trajinera aparece en el porfiriato, por necesidad de agradar a los catrines que comenzaron a visitar los canales de Xochimilco. Las primeras trajineras eran adornadas con arcos de florales y con ramas de ahuejote, con collares de flores amarrados con tule o chacaltule, que eran colocadas en la parte de enfrenten de la trajinera. Como los catrines, en ese tiempo, se quejaban del sol, se adaptó un techo de manta y unas sillas medianas de madera tejidas de tule para disfrutar del bello paisaje de esa época.[5]

Con el tiempo, las trajineras sufrieron transformaciones en su decoración, el arco fue cambiado por una portada hecha por un colchón de zacate, el cual se coloca en un bastidor de madera. En esa época, Xochimilco era nombrado "lugar de Jardines Flotantes" porque sus chinampas siempre estaban llenas de flores, por lo tanto las portadas eran enfloradas cada dos o tercer día a la semana.[5]

Los nombres de Lupita, Margarita o Juanita fueron colocados a petición de los catrines para festejar alguien con ese nombre o simplemente para engalanar el nombre de alguna de sus prometidas o novias. Otro de los cambios que sufrieron las trajineras fue el techo de manta por uno de lámina, que actualmente conocemos. Se instalaron mesa y sillas de madera tejidas de tule. Las portadas actuales son hechas con la misma técnica, solo que la flores, por economía, se sustituyeron por flores pintadas sobre papel mache y pasta.[5]

Siglo XX[editar | editar código]

Y entre 1910 y 1920, Xochimilco descubrió su potencial turístico e inició la construcción de sus embarcaderos; se reforestó el bosque de Nativitas y se fundó el vivero de árboles.[3] El prefecto de la región dio licencia a los habitantes para que recolonizaran la orilla sur de la laguna, tomando tierras y reconstruyendo chinampas. Esto significó, a decir de los propios habitantes, “el divino agarradero”.[2]

Siglo XXI[editar | editar código]

José M., de 62 años, desde los nueve años trabaja en las trajineras de Xochimilco y tenía fuerza para usar el remo de tres metros, sin ningún problema. Relató en una entrevista a El Universal el 25 de julio de 2016, que un señor fue quien le dio empleo y le confió una de sus trajineras para trabajarla; no le pagaban en un principio, pero eso no le importaba, ya que el pasear y conocer estos canales era suficiente. [3]

En su tiempo libre, en un terreno de su abuela se dedicaba al germinado de plantas de limón, naranja, manzana, pera y algunas ores. Por eso siempre veía las chinampas llenas de ores de amapola, maíz o trigo y, de vez en cuando, hasta algunos borregos o cerditos. Las aguas en las que remaba eran tan limpias que los peces se veían pasar entre su remo, o podía echar una moneda y ver cómo ésta  llegaba al fondo del canal. [3]

Embarcaciones y Trajineras[5][editar | editar código]

La construcción de estas embarcaciones dependía de la capacidad y el uso para el que eran empleadas; se construyeron de diferentes tamaños, ejemplo de ello es:

Jumbillos o tulillos. Estas canoas medían 1.50 metros de largo por 40 centímetros de ancho; se construían en la zona cerril de Xochimilco, específicamente en Malacatepec, hoy Momozco, Milpa Alta.

La chalupa o chalupita. Estas eran construidas en tiras de maderas o tablones traídos de la montaña, medían 4 metros por 50 centímetros. Estas embarcaciones eran construidas en el barrio "de los carpinteros", hoy barrio de San Cristóbal.

Chalupón o canoa mayor. Era elaborada por tablones de cedro blanco traído de la montaña; sus medidas eran de 5 por 1.20 metros. Estas embarcaciones eran fabricadas en el Barrio de San Cristóbal y la Asunción.

La pequeña canoa (de porte) cayuco. Esta embarcación era parecida al kayac.

Canoa esquimal. Se hacia de un tablón con refuerzos de hierro forjado que medía 5 metros por 1.30 metros.

Canoa mediana. Era construida de tablón de cedro blanco y encino, reforzada en sus esquinas con hierro forjado. Su capacidad era de 8 a 12 personas, su extensión de 7 por 1.80 metros. Su fabricación se realizaba en el barrio de Santa Crucita.

Canoa ¾ de porte. Hecha para 20 personas, construida de tablón de cedro blanco, con refuerzo en las cabeceras de encino con hierro forjado y clavos del mismo metal. Su medida era de 8.50 metros por 2.10 metros.

Canoa de aporte. Con capacidad de 25 a 30 personas. Elaborada con tablones de cedro blanco y encino con refuerzos de hierro forjado y clavos del mismo metal. Estas canoas durante la colonia se les llamó de 10 ½ varas. Eran usadas para el transporte de personas y carga pasada para navegar por los canales de Xochimilco.

Estas canoas ya han desaparecido por la falta de grandes árboles de donde se obtenía la madera para construirlas. La falta de madera, ha hecho que paulatinamente desaparezcan, la chalupita, el chalupón, el cayuco (cayuquito); solo quedan en el lago de Xochimilco la canoa chica y grande, aunque de vez encunado podemos observar navegar algún ejemplar que antes existía.

Las canoas chicas y grandes son usadas para el transporte doméstico y el turístico.

Tradición[editar | editar código]

Embarcaderos[editar | editar código]

Anécdotas geniales[editar | editar código]

Referencias[editar | editar código]

  1. Tomado del Diccionario del Español de México: https://dem.colmex.mx/Ver/chinampa.
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 2,5 Dominique Duffetel, "Pequeña historia de las chinampas y tres sueños", en Artes de México, Nueva época, No. 20, XOCHIMILCO: Segunda edición (2008), pp. 20-29 (10 pages).
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 Tomado de El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/07/25/cien-anos-de.
  4. 4,0 4,1 Tomado de: https://www.mexicodesconocido.com.mx/xochimilco1.html.
  5. 5,0 5,1 5,2 5,3 Tomado de:https://web.archive.org/web/20090826083003/http://www.xochimilco.df.gob.mx/turismo/trajineras.html.