Archivo General de la Nación (Palacio de Lecumberri)

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Datos

Época
Siglo XIX / 1882

Archivo General de la Nación (Palacio de Lecumberri)

Archivo General de la Nación (Palacio de Lecumberri)

Colonia
Dirección
Ingreso también por, Avenida Ingeniero Eduardo Molina, Héroe de Nacozari 113, Venustiano Carranza, 15280 Ciudad de México, CDMX
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Coordenadas
19° 26' 10.90" N, 99° 6' 47.88" W

El Archivo General de la Nación está ubicado en la Colonia Penitenciaria en la Alcaldía Venustiano Carranza en la Ciudad de México. La Penitenciaría de Lecumberri fue la gran cárcel del país; estableció el modelo panóptico para vigilar las distintas crujías dispuestas radialmente; inspirada en esquemas que buscaban la expiación de los reos, integrando el trabajo con la vida cotidiana, con la finalidad de lograr la reinserción de los reclusos a la sociedad concluida la condena. Sin embargo, la sobrepoblación y corrupción al interior frustraron esos ideales, derivando en una prisión que se convirtió en sitio de purgación, terror y sometimiento.

Historia del edificio[editar | editar código]

Siglo XIX

Al iniciarse la abolición de la pena capital en México, se propicia que los sentenciados se convirtieran en prisioneros, en consecuencia, se requería una mayor cantidad de espacios de encierro y concentración para purgar las condenas, y no sólo de estadía como los existentes, para los que eran llevados al patíbulo. En esa época, aunque existían prisiones en la modalidad de espacios correctivos, éstos eran una minoría, los lugares se enfocaban en recluir a los individuos, mientras se les dictaba sentencia, esperaban la muerte o un encierro temporal por faltas menores.

Previo a este tiempo las penas recibidas en la reclusión incluían sanciones corporales como azotes, tormentos o trabajos forzados que en ocasiones resultaron en esclavitud incluso con marcas. Anteriormente, la gran mayoría de las cárceles de México se situaban en sitios erigidos previamente con otros fines, que se adaptaban para alojar a los condenados.

En ocasiones se tenían celdas en edificios gubernamentales, cuarteles militares, algunos otros recintos públicos, pero también en sitios de carácter privado como algunas haciendas; siendo estancias o puntos de tránsito para traslados ya fueran para una cárcel mayor o hacia la ejecución.

Sin embargo, por sus características espaciales y dimensionales los espacios más empleados para la reclusión, fueron los lugares religiosos; los cuales quedaron en abandono primordialmente tras la implementación de las leyes de Reforma, momento histórico en el que se despojó al clero de sus bienes.

Las sanciones y condenas establecidas fueron transformándose entre el siglo XIX y el XX, desapareciendo la pena capital, pero también los castigos corporales, todo en búsqueda e implementación de un nuevo modelo penitenciario, que fomentaba un trato más humano y respetuoso hacia los derechos de los reclusos, que incorporaba orden y progreso, dignificando a los presos e incluso rehabilitándose para su futura reincorporación a la sociedad.

La construcción del Palacio de Lecumberri se dio en el régimen de Porfirio Díaz, como consecuencia de una reforma realizada al Código Penal en 1871, que planteaba la construcción de un centro penitenciario grande y moderno, donde la arquitectura y poderío económico fueran acorde con la imagen de México que el entonces presidente quería transmitirle al mundo. Se inicia su construcción el 9 de mayo de 1885.

Siglo XX

Se inaugura por Porfirio Díaz y su gabinete el 29 de septiembre de 1900 a las 9:00 horas. En 1881 se encargó el desarrollo del proyecto a una comisión por los señores José M. del Castillo Velasco, José Yves Limantour, Miguel S. Macedo, Luis Malanco y Joaquín M. Alcalde; los generales José Ceballos y Pedro Rincón Gallardo, D. Agustín Rovalo y los ingenieros Antonio Torres Torija, Remigio Sáyago y Francisco de P. Vera quienes, junto con el ingeniero Antonio Torres Torija, responsable del proyecto, se ocuparon de la edificación del inmueble.

  • Las obras iniciaron el 9 de mayo de 1885, con la cimentación del edificio en la parte destinada para los hombres.
  • En 1887 se concluyó bajo la dirección del general Miguel Quintana.
  • En 1892, por el fallecimiento del mencionado general, se encomendó la direccional ingeniero y arquitecto Antonio M. Anza, quien prosiguió con la obra hasta la terminación del primer piso.
  • Con la finalidad de agilizar las labores, se contrató a la Pauly Jail Building Manufacturing Company, de Saint Louis Missouri, la cual se comprometió a realizar el segundo piso en la parte de las celdas con material de acero, siguiendo los planos y especificaciones del ingeniero Anza.
  • Comenzó a operar como prisión el 29 de septiembre de 1900.

A lo largo de 76 años, el palacio de Lecumberri fue escenario de aconteceres sociales y políticos; vivió las crisis que se sucedieron en México a lo largo del siglo XX: la Revolución Mexicana, la guerra cristera y movimientos sindicales, políticos y sociales

Para la década de 1970 la situación en el Palacio de Lecumberri era insostenible. La fuga de Alberto Sicilia Falcón en abril de 1976 fue la gota que derramó el vaso y propició que el presidente Luis Echeverría ordenara el cierre y desalojo de ese penal. En 1977 se determinó que la nueva sede del Archivo General de la Nación fuera esta antigua penitenciaría, por lo que se inició una magnífica remodelación y se inauguró el 27 de agosto de 1982. La obra original del Ing. Torres se preservó en general.

En los 65 años que funcionó como cárcel, el Palacio de Lecumberri contó con varios presos célebres. Algunos de ellos fueron: José Agustín, David Alfaro Siqueiros, William Burroughs, Gregorio Cárdenas “El Estrangulador de Tacuba”, José Revueltas, Alberto Aguilera Valadez “Juan Gabriel”, Ramón Mercader el asesino de León Trotsky, Álvaro Mutis y Pancho Villa.[1]

Historia del Archivo[editar | editar código]

Siglo XIX

El 23 de agosto de 1823 se creó el Archivo General y Público de la Nación; esta designación estableció que los servicios de la institución no estaban destinados exclusivamente al uso del gobierno, sino para todos quienes estuvieran interesados en consultar su acervo. Aquellos archivos del virreinato que se habían depositado y encomendado a las nuevas secretarías de Estado y que no tuvieran relación con esos ministerios se reintegraron en el nuevo organismo, basado una vez más en el archivo de la Secretaría de Cámara del Virreinato y nutrido con los documentos de las recién creadas instituciones.

Siglo XX

De 1973 a 1977 la parte sustantiva del repositorio, hasta entonces situada en el Palacio Nacional, se trasladó al antiguo Palacio de Lecumberri, espacio que pronto resultó insuficiente para albergar a la institución. En mayo de 1977 se determinó que su nueva casa fuese la antigua Penitenciaría de la ciudad de México, conocida popularmente como Palacio de Lecumberri; entonces inició una magnífica obra de remodelación que permitió reabrir este espacio, en su nueva función, a partir del 27 de agosto de 1982.[2]

Arquitectura[editar | editar código]

La concepción de una moderna penitenciaría para la Ciudad de México se empezó a gestar durante la presidencia de Manuel González y el gobierno de la ciudad de Ramón Fernández. Varios años antes del proyecto de Torres Torrija, existió una propuesta para construir una cárcel para la Ciudad de México en 1850, le fue asignado a Lorenzo de la Hidalga, “paralelo de las penitenciarías” en él concluía sobre las bondades del sistema circular, siempre y cuando se aplicara para resolver una cárcel pequeña. Torres Torrija quien se inspiró en el esquema del panóptico propuesto por Jeremías Bentham.

En el centro una torre atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo. El edificio periférico está dividido en celdas, cada una de las cuales ocupa todo el espesor del edificio estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de la torre y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de la celda.

Mediante el efecto de contraluz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra que en último término cumplía una función protector.

La solución ideada por Bentham del panóptico generaba la posibilidad de vigilar en cualquier momento, pero también establecía en el subconsciente la idea de que se era observado en todo momento, situación que psicológicamente propiciaba la buena conducta; de igual manera esta sensación era recíproca, dado que los vigilantes también eran observados. La distribución de las galerías en forma de estrella de siete brazos, provocaba que los presos se sintieran continuamente vigilados, pues todo el tiempo podían ser observados por los guardias y celadores. Esto les quitaba privacidad e incrementaba la presión psicológica hacia los reclusos.

Los presos eran colocados en determinadas galerías o crujías de acuerdo a los delitos cometidos. En un principio las celdas eran individuales y estaban equipadas con una cama y sanitario.

13 Crujías

  • A= Reincidentes
  • B= Delitos Sexuales
  • C= Talleres
  • D= Homicidios y Lesiones
  • E= Robo
  • F= Delitos Contra la Salud
  • G= Comisionados a los Talleres
  • H= Nuevo Ingreso
  • I= Delitos Patrimoniales
  • O Poniente = Activistas y Terroristas
  • O Oriente= Extranjeros por delitos contra la Salud
  • M= Activistas y Terroristas
  • N = Castigados por el Penal
  • L =Fraude

Arquitectos que lo proyectaron:

  • Antonio Torres Torrija. Fue responsable del proyecto arquitectónico.

Retoma el proyecto inicial para la penitenciaría de Lorenzo de la Hidalga y la ideología de los panópticos (facultad de ver desde un punto central todo el interior de un edificio y viceversa) colocando una torre al centro. Se basó en la penitenciaría de Santé, París y de Philadelphia, EUA.

Arquitecto e ingeniero. Estudio en la Academia de San Carlos. Fue dueño de su propio despacho hacia 1906. Fungió como ingeniero consultor para diferentes proyectos fraccionando terrenos y realizando presupuestos y avalúos. Al ser hijo de Antonio Torres Torrija (director de Obras Públicas durante el porfiriato) le dieron fácil acceso en obras de carácter público.

Ingeniero auxiliar en obras de saneamiento de la ciudad de México, director de Obras Públicas, arquitecto inspector de educación pública, escribió numerosos ensayos sobre ingeniería, arte y arquitectura convirtiéndose en empresario teatral y editor de una revista.

  • Antonio M. Anza

Nació en la Ciudad de México el 16 de octubre de 1847. En 1862 ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes para estudiar la carrera de ingeniero civil y arquitecto. Anza aprobó su examen profesional de arquitectura el 2 de agosto de 1872 y un mes después partió a Veracruz para participar en las obras del Ferrocarril Mexicano.El 4 de mayo de 1874 se graduó como ingeniero civil con la tesis “Memoria sobre el trazo del Ferrocarril Mexicano en su descenso a la costa”.

Fue catedrático de composición arquitectónica, profesor de procedimientos de construcción, representante de México en el Congreso de Resistencia de Materiales en París y se jubiló en 1921 considerándose decano de los ingenieros en México. Murió el 15 de septiembre de 1925 en su ciudad natal.[3]

Bibliografía[editar | editar código]

Referencias[editar | editar código]

  1. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos. “Ficha del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles número I-0014700020. -. Disponible en: http://catalogonacionalmhi.inah.gob.mx/consulta_publica/detalle/14139” , 05/08/20.
  2. Consultado en: https://www.gob.mx/agn/articulos/historia-del-archivo-general-de-la-nacion#:~:text=El%2023%20de%20agosto%20de,interesados%20en%20consultar%20su%20acervo. , 05/08/20.
  3. Consultado en: https://espacioarquitectonicoenmexico.wordpress.com/palacio-de-lecumberri/ , 05/08/20.