Palacio de Minería

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El Palacio de Minería es una de las obras más emblemáticas de la arquitectura neoclásica en México. Este edificio fue construido por el arquitecto y escultor Manuel Tolsá entre los años 1797 y 1813. Se ubica en la Plaza Manuel Tolsá en la Calle de Tacuba número 5 en la Colonia Centro - Centro Histórico en la Alcaldía Cuauhtémoc. Este edificio era de los más bellos de su tiempo y fue uno de los primeros inmuebles diseñados para la preparación de ingenieros y especialistas en metalurgia que era la fuente de riqueza de la Nueva España. Sin duda la historia de este lugar es amplia pues fue ocupado por las tropas norteamericanas, modificado por las leyes de reforma,

Datos

Época

Palacio de Minería

Palacio de Minería

Alcaldía
Dirección
Calle de Tacuba 5, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06000 Ciudad de México, CDMX
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Coordenadas
19° 26' 9.20" N, 99° 8' 22.31" W


Descripción[editar | editar código]

Palacio de Minería

El Colegio de Minería abrió sus puertas el 1° de enero de 1792 en lo que hoy es la tercera calle de República de Guatemala. Esta novedosa institución, inscrita en las reformas educativas de Carlos III, tenía entre sus objetivos principales instruir a los jóvenes que se dedicaran a ese ramo. El 3 de abril de 1813 se inauguró el soberbio edificio, diseñado por el arquitecto valenciano don Manuel Tolsá. Desde la fundación de la Universidad Nacional el inmueble formó parte de la institución, como Escuela Nacional de Ingenieros y después, como Escuela Nacional de Ingeniería en diversas especialidades hasta que la Ciudad Universitaria abrió sus puertas en 1954.

Historia[editar | editar código]

Antecedentes del Palacio de Minería

Época Colonial

Consumada la conquista, los españoles concentraron sus esfuerzos en la extracción del oro. Utilizando esclavos e indios de encomienda como mano de obra, explotaron los placeres auríferos conocidos por los naturales.

La minería jugó un papel fundamental en el desarrollo de la economía colonial. Los centros mineros actuaron como generadores de una gran parte de las actividades agrícolas. Alrededor de los ubicados en el norte del país surgieron numerosas haciendas que se dedicaban a abastecer las necesidades de los trabajadores mineros y de las bestias de carga. Una mina en bonanza era al mismo tiempo un buen centro consumidor. El destino de muchas haciendas se ligó al de las minas durante una gran parte de la época colonial. Además, la actividad minera y los impuestos que pagaba constituian la base que sustentaba a todo el aparato administrativo de la Colonia. La importancia de esta función aumentó al extenderse progresivamente la burocracia colonial durante el siglo XVII.

El auge minero, que se inició en 1545 con los descubrimientos en Zacatecas y que alcanzó sus mejores días en el decenio de 1570, se terminó en la primera mitad del siglo XVII. Entre 1650 y 1750, la minería de la Nueva España pasó por un período de estancamiento. Durante esos años no pudo competir con la producción del Perú, por varias razones. En primer lugar, en Nueva España no existieron yacimientos considerables de azogue. Esto era importante, puesto que el azogue se requería para beneficiar la plata por el procedimiento de amalgama. Entonces, la importación del azogue que exigían las minas de Nueva España aumentaba enormemente los costos de producción. Además, durante esa época muchas de las antiguas vetas de mineral explotadas desde el siglo XVI comenzaron a agotarse o se hicieron profundas. Debido a las limitaciones de los conocimientos técnicos de la época, una veta muy profunda, que llegaba a inundarse con facilidad, no era económicamente explotable. La baja de la producción minera durante esos años, sumada al descenso de la población. explica la contracción de la economía colonial durante la segunda mitad del siglo XVII.

Los centros mineros en explotación durante ese período fueron los mismos que se trabajaban desde la segunda mitad del siglo XVI. Las minas del sur de la cordillera volcánica: Tasco, Sultepec, Temascaltepec y Zacualpan continuaron produciendo plata, aunque en condiciones más difíciles. Los centros del norte: Zacatecas, Fresnillo, Sombrerete y Catorce, siguieron siendo buenos productores de metales. Con su actividad lograron mantener una economía dinámica en la región, y provocaron el surgimiento espectacular de nuevas ciudades mineras como Durango y Chihuahua.

La gran prosperidad que en el siglo XVIII puso a la Nueva España a la cabeza del mundo hispano ultramarino, fue obra de la minería debidamente desarrollada y fomentada por el gobierno.

Todo en el país resultó beneficiado por la minería: el gobierno con las fuertes sumas que por ese concepto ingresaban al erario; las órdenes religiosas y las instituciones educativas, artísticas y de beneficencia pública, con las generosas donaciones y los suntuosos edificios construidos por los propietarios de minas; y la agricultura y la industria, por el consumo creciente que los mineros hacían de sus productos.[1]

Fundación del Colegio de Minería

Ya constituido el Real Tribunal, que realizaba una notable labor en el avío, fomento y desarrollo de la industria minera, faltaba satisfacer el Título XVIII de las Reales Ordenanzas, en lo concerniente a la fundación del Colegio Metálico.

A la muerte de Don Joaquín Velázquez Cárdenas de León, con fecha 18 de julio de 1786 el rey nombró a Don Fausto de Elhúyar Director General del Real Cuerpo de Minería de México. Llegado a Nueva España dos años más tarde, tuvo que resolver apremiantes problemas que no le permitieron atender a la fundación del Seminario. Si bien el Tribunal había otorgado ya varios títulos profesionales, los primeros a Diego Guadalaxara Tello y a Manuel Velázquez de León en 1784, todavía bajo la dirección de don Joaquín Velázquez la necesidad de formar a la juventud estudiosa era imperiosa.

Por bando del 19 de octubre de 1789 se dio a conocer a los habitantes de la ciudad que el conde de Revillagigedo había tomado posesión del cargo de virrey. Diez días más tarde, este excelente funcionario conminó al Real Tribunal a que le pasase sin dilación los expedientes que se encontraban pendientes para buscar una solución rápida a ellos, así mismo solicitó que al término de cada mes se le enviaran los que fueran quedando rezagados. Uno de los principales asuntos pendientes era precisamente el de la fundación del Colegio, asunto que quedó en la mira del nuevo virrey para su pronta solución. Sin el interés mostrado por Revillagigedo, la fundación del Seminario hubiera demorado muchísimos años más.[2]

Construcción del Palacio

En el solar de Nilpantongo

Para realizar sus importantes actividades, el Tribunal de Minería necesitaba un lugar que le perteneciera. No existiendo un edificio adecuado para tal finalidad, ya que el alquilado en el Hospicio de San Nicolás nunca podría satisfacer los requerimientos que el funcionamiento de tan compleja institución exigía, se decidió comprar un solar y construir en él un albergue ex profeso. Casi en el extremo poniente de la ciudad, sobre la calzada de Tlacopac, se encontraba un gran terreno con modestas construcciones, que parecía apropiado. El Real Tribunal de la Minería que buscaba afanosamente el sitio a propósito para construir su edificio pronto se interesó en el citado solar llamado de Nilpantongo (el nombre correcto podría ser Milpantongo, "junto a la milpita", toponimia indígena acorde con el hecho de que en el solar se tuvieron siempre sembradíos junto a las pequeñas casas en él edificadas). A fines de 1791, don Fausto de Elhúyar juzgó el solar de Nilpantongo como el más adecuado para levantar su edificio, por lo que sugirió que se empezaran a elaborar los planos correspondientes. En oficio fechado el 13 de noviembre de ese año, pidió la anuencia del Tribunal para gestionar ante el virrey los permisos correspondientes.

Palacio de Minería

En el Acervo Histórico del Palacio de Minería se conserva el primer presupuesto del costo para la construcción del Colegio, aun cuando la geometría no es la definitiva que ahora admiramos. Este presupuesto está firmado ya por don Manuel Tolsá, a quien seguramente se le pidieron pareceres y su colaboración en esta fase preparatoria. Tolsá, estaba en esas fechas encargado de la terminación de las obras de la Catedral Metropolitana, así como de la Dirección de Escultura de la Real Academia de San Carlos. Muy probablemente los planos y el análisis de costos estarían fechados en 1797, ya que muy poco después se encargaña a don Manuel la extraordinaria obra del Palacio.

El Tribunal pidió el concurso de dos proyectos antes de determinar las geometrías que debería tener el Colegio: uno formado por don Manuel Tolsá y el otro por don Esteban González, ambos constructores en la ciudad de México.[3]

Siglo XIX

Como dato importante desde el punto de vista del propósito para el cual fue construido el edificio, es conveniente consignar que el grado de adelanto de la obra en 1811 originó un auto del 20 de marzo, decretando que se practicara una visita al inmueble con objeto de ver la posibilidad de que los alumnos del Seminario se trasladaran al Palacio, abandonando la casona de las calles del Hospicio de San Nicolás.

El 28 de marzo de 1811 se practicó la visita, levantándose la siguiente acta:

"En la Ciudad de México á veinte y ocho de Marzo de mil ochocientos once: en conformidad de lo resuelto por el Real Tribunal General en su auto de veinte del corriente mes, que obra original en el Expediente del Corte de Caxa hecho en el Seminario de Minería, pasaron la mañana de este día á la obra del nuevo Colegio los Señores Don José Mariano de Fagoaga, Don Fausto de Elhúyar, Don Francisco de Apezechea, y el Licenciado Don José Domingo Lazo de la Vega, Administrador, Director, Diputado y Fiscal que componen el Real Tribunal General de la Minería en vnión de los Señores Consultores de esta Capital Licenciado Don Pedro Galindo, Don José Francisco Izquierdo, y cavallero Don Francisco Cortina González; y á presencia de Don Manuel Tolsá que ha dirigido la obra de dicho colegio, vieron y reconocieron el estado de ella en todas sus oficinas y habitaciones altas y bajas así de dentro, como de fuera del Colegio."

Así pues, los alumnos empezaron a recibir las clases en el Palacio de Minería a partir del año de 1811, año en el que, además se trabajó con empeño para habilitar las accesorias y viviendas de la calle que aún no estaban acabadas, con objeto de que pudieran alquilarse, como ya lo habían sido otras, para aprovechar los productos "en utilidad de los fondos."

Puede observarse que aunque el Palacio en sí había entrado parcialmente en servicio desde antes, es en el año de 1811 que el Seminario ocupa su nuevo edificio, a pesar de que las obras fueron terminadas hasta 1813. Sin embargo, las circunstancias por las que atravesaba el país en esos años - todos los alumnos del Real Seminario fueron inscritos para prestar el servicio de las armas en cumplimiento de un bando del 25 de septiembre de 1810 - hicieron que los cursos se tornaran muy irregulares, pues los estudiantes estaban agobiados por las exigencias del servicio militar. Ni Venegas ni Calleja atendieron la súplica de que se les relevara del servicio y , por otra parte, se agravó la situación con los problemas económicos derivados de la escasez de fondos en que bruscamente cayó el Real Tribunal de Minería, por la decadencia en la explotación de las minas motivada por la Guerra de Independencia.

Es de suponerse que las clases impartidas en la primera época correspondieron a las especificadas en el Título XVIII de las Reales Ordenanzas y que comenzaron a impartirse en la antigua casa de las calles del Hospicio de San Nicolás, ya que el plan de estudios elaborado por de Elhúyar incluía las siguientes materias para los cuatro años de la carrera: En el primer año, Aritmética, Algebra, Geometría Elemental, Trigonometría Plana y Secciones Cónicas; en el segundo año, Geometría aplicada a las operaciones de la Minería, Dinámica e Hidrodinámica; en el tercer año, Química del reino mineral y Metalurgia; en el cuarto año, Física Subterránea, como introducción al Laboreo de Minas.

Se cursaban también clases de dibujo y de francés y el aprovechamiento de los alumnos debía juzgarse mediante exámenes parciales y actos públicos al finalizar el período lectivo.

Al consumarse nuestra Independencia en 1821, sobrevienen grandes cambios en la estructura de las organizaciones de la naciente República, cambios a los cuales no podía escapar el seminario de Minería. Al promulgarse la Constitución de 1824, es necesario adaptar los estudios a los nuevos principios y el Tribunal solicita en 1825, se modifiquen tanto el plan de estudios como el gobierno interior y la economía del Colegio. El 30 de marzo de 1826, según lo consigna Santiago Ramírez, el rector y los catedráticos remiten al Tribunal el reglamento modificado, donde se hace notar que el curso se ampliará a cinco años, en vez de los cuatro de antes (pues se extendió la enseñanza de la Matemática y de la Física), en el siguiente orden: En el primer año, aritmética, álgebra elemental, trigonometría plana y esférica, aplicación del álgebra a la geometría; en el segundo año, secciones cónicas, cálculo infinitesimal, series, ecuaciones de grado superior, geometría práctica, subterránea y descriptiva: en el tercer año, física experimental, que comprende: dinámica, hidrodinámica, óptica, polarización, magnetismo, electricidad y elementos de cosmografía y cronología; en el cuarto año, química, reducida a la parte mineral, docimasia, que trata de los ensayes y metalurgia; en el quinto año, mineralogía, que comprende la oritognosia o conocimiento de los minerales, la geognosia o conocimiento de las montañas como criaderos de los fósiles y finalmente, el laboreo de minas.

Se agregó el dibujo de paisaje y el de delineación, (principios de arquitectura, fábrica de edificios, delineación de máquinas, cartas geográficas) impartiéndose el primero en dos años y el segundo en los tres restantes. por último, en los tres primeros años, francés, (precedido de gramática castellana) y en los dos últimos inglés (esta última proposición, todavía en 1830 no se autorizaba).

Palaio de minería.jpg

Al finalizar los cursos teóricos, durante dos años se efectuaba la práctica en minas y, posteriormente, se presentaba el examen ante el Tribunal, para obtener el título de Perito Facultativo.[4]

Invasión Norteamericana

En el año de 1847 tiene lugar un grave acontecimiento. El 14 de septiembre, el ejército norteamericano ocupa la ciudad de México y algunos de sus cuerpos utilizan el Palacio de Mineña como cuartel.

El saqueo del Palacio debe haber sido natural para los soldados de conquista. Los invasores hicieron desaparecer muy valiosos documentos, ya sea destruyéndolos o apoderándose de ellos para constituir trofeos de vencedor, los que se encuentran actualmente en el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Seguramente el Palacio fue desocupado hasta que el ejército norteamericano abandonó la ciudad de México como consecuencia del Tratado de Guadalupe, el 12 de junio de 1848. [5]


La invasión francesa y el régimen imperial que ocupó una parte del territorio nacional influyen también en el destino del Palacio. El 31 de mayo de 1863 se mandó cerrar el Colegio, que se vuelve a abrir el lo de agosto dependiendo del Ministerio de Fomento, habiéndose llegado a conocer con el nombre de Escuela Imperial de Minas. Maximiliano asiste a conferencias y cátedras, empeñándose en convertirla en Escuela Politécnica, a la manera de la de París, idea que hace renunciar a su director Don Joaquín Velázquez de León, quien no deseaba que desapareciera su estrecha relación con la minería. En obvio de dificultades, la Ley de Instrucción Pública de 1865 establece efímeramente la Escuela de Minas y la Escuela Politécnica, este último plantel destinado a formar ingenieros mecánicos, topógrafos y civiles.

El 20 de junio de 1867 vuelve a clausurarse el Colegio, como consecuencia del sitio que las triunfantes tropas republicanas impusieron a la capital. ya que no se contaba con los recursos necesarios para mantener a los alumnos ni para solventar los gastos indispensables para el sostenimiento del plantel. Al triunfo de la Causa Republicana, el Palacio es ocupado el 21 de junio y destinado en parte a prisión de generales y jefes imperialistas, y en parte como cuartel de un cuerpo del Ejército Republicano. A petición del periódico El Boletín Republicano los militares prisioneros se trasladan al convento de Santa Brígida y el 6 de agosto de ese mismo año se celebra la reapertura del Colegio, que estuvo cerrado durante 43 días.

Reforma de Juarez

La Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal. expedida por el presidente Juárez el 2 de diciembre de 1867 y reglamentada el 24 de enero siguiente, modifica sustancialmente la enseñanza mediante la implantación del método científico; el Artículo 60 establece la Escuela Nacional Preparatoria como antecedente de todo estudio profesional y convierte al Colegio de Minería en Escuela de Ingenieros.

La Ley de Instrucción Pública determinó que quedaba a cargo del Ministerio de Instrucción Pública la enseñanza que se impartía en la Escuela Nacional de Ingenieros y por lo mismo el Palacio de Minería, sede del plantel, pasó a depender de dicho Ministerio, quedando a su cargo la vigilancia de su uso, así como su conservación y mantenimiento. En esa época fue necesario sustituir la bóveda de la escalera por la actual, proyectada por Eleuterio Méndez y Emilio Dondé, habiendo sido el primero de ellos director interino y profesor de Caminos y Ferrocarriles. [6]

En el año de 1877 se instaló en el lado oriente del edificio el Ministerio de Fomento, aprovechándose para ello la casa que había estado destinada al director, para lo cual fue necesario emprender obras de consideración para que el ministerio quedara suficientemente instalado y con la amplitud deseada.[7]

Siglo XX

En el año de 1926, a raíz de la fundación de la Comisión Nacional de Caminos por el presidente Plutarco Elías Calles, la empresa Byrne Brothers instaló un laboratorio para dar servicio a la entonces incipiente construcción de carreteras. Aunque este laboratorio no era dependencia directa de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, le daba servicio exclusivo, y se alojó en el patio poniente y locales anexos del Palacio, cuyo acceso se ubica en la esquina suroeste del patio principal.

En 1937 y teniendo como centro coordinador el laboratorio de la Comisión Nacional de Caminos en el Palacio de Minería, se originaron los laboratorios de campo, y en 1942 se fundó el Departamento de Investigaciones y Laboratorios que dio impulso a la intervención del control de calidad en el proyecto, construcción y conservación de las obras viales. Las oficinas se instalaron en los mismos locales del laboratorio de la Comisión, aprovechando las construcciones anexas al patio interior en el ángulo suroeste del Palacio de Minería.

Desde el decenio iniciado en 1940, el Departamento del Distrito Federal comenzó a hacer uso del laboratorio de ensaye de materiales de la Escuela de Ingeniería para el control de calidad de sus obras y posteriormente instaló su propio laboratorio en el mismo edificio de Minería, utilizando dos locales: uno situado en el patio oriente (ahora llamado Patio de la Autonomía), lugar que en el siglo pasado ocupó el laboratorio de Química, colindante con las oficinas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, donde se hacían pruebas de agregados para concreto, se instaló la cámara húmeda para el control de los cilindros, etc.; y otro localizado en la parte alta del edificio, al fondo del pasillo del lado poniente, destinado a pruebas físicas y químicas de cemento y de asfaltos. La intensificación de las obras públicas que construía el Departamento, hizo necesaria la construcción de su propio local para laboratorios con instalaciones más adecuadas, por lo que abandonó el Palacio de Minería.[8]

Al iniciarse el año escolar de 1954, siendo rector de la Universidad Nacional Autónoma el doctor Nabor Carrillo y director de la Escuela el ingeniero José L. de Parres, se inició una etapa de transición para el Palacio de Minería, pues los cursos de primer año se impartieron ya en el nuevo local de la Ciudad Universitaria.

En el año de 1963 el Palacio se viste de gala para dar lugar a la recepción oficial que el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, ofreció al Presidente de la República Francesa, general Charles de Gaulle, ocasión que fue hábilmente aprovechada por el director de la Facultad para obtener recursos que le permitieran presentar dignamente el local y salvar algunos elementos constructivos que amenazaban ruina.

En agosto de 1964, el Palacio de Minería fue sede del VI Congreso Nacional de Ingeniería Civil, el cual fue inaugurado por el presidente López Mateos en un acto celebrado el día 3 de ese mes en el Patio Principal del Palacio, convenientemente adaptado.

Continuaron en el Palacio de Minería la carrera tradicional de Ingeniero de Minas y las de Ingeniero Geólogo e Ingeniero Petrolero, tanto para aprovechar la disponibilidad de laboratorios y gabinetes diseñados especialmente para estas disciplinas, como para dar facilidades al profesorado, pues los centros de trabajo se localizaban a distancia relativamente corta del Palacio. Posteriormente, en el recinto de la Ciudad Universitaria se construyó un edificio diseñado para la enseñanza de esas tres carreras, por lo que en el año de 1967 la Escuela Nacional de Ingeniería abandona prácticamente en forma total el Palacio de Minería.[9]

Entre las actividades culturales celebradas en el Palacio de Minería en esos años destacan las festividades de 1967, con las que se conmemoró el centenario de la fundación de la Escuela Nacional de Ingenieros, actual Facultad de Ingeniería y el 175 Aniversario del Real Seminario.

En julio de 1971, en el seno de la Facultad de Ingeniería se crea el Centro de Educación Continua (actualmente División de Educación Continua), dependiente de la División de Estudios Superiores, con el propósito de proporcionar a los profesantes de la ingeniería un medio para actualizar los conocimientos adquiridos en las aulas años antes los que, con frecuencia, resultan insuficientes u obsoletos para el ejercicio profesional en virtud de la rápida evolución de la ciencia y la tecnología y por el natural transcurso del tiempo.

En 1975, se establecieron en el Palacio las oficinas de la comisión de estudio para la implantación del sistema de Universidad Abierta en la carrera de Ingeniero Civil.

Desde el año de 1973, tanto las autoridades universitarias como la Sociedad de Ex-Alumnos han manifestado su preocupación por la organización y ordenamiento del Acervo Histórico del Palacio de Minería y de la Facultad de Ingeniería. [10]

Siglo XXI

A partir de entonces, el antiguo Colegio de Minería, que forma parte del patrimonio universitario, ha sido considerado una de las sedes de honor de las más importantes sesiones académicas y celebraciones culturales como la Feria Universitaria del Libro, que ha conseguido reconocimiento internacional.

A partir de entonces se imparten en él diferentes programas de posgrado.

Palacio de Minería

Arquitectura[editar | editar código]

Es la obra maestra del neoclásico en América. El monumento se desarrolló en tres plantas, cada una con distintos usos; en la planta baja se ubicaban las viviendas, laboratorios, cocinas, comedor, despensas y otros servicios; la planta de entresuelo albergaba viviendas para funcionarios y personal del colegio, y los dormitorios de los alumnos; en el piso principal estaban las aulas, la vivienda del director, la capilla y el salón de actos. Sus patios secundarios son de gran sobriedad y contrastan con la monumentalidad del patio central y de la escalera. En el vestíbulo de acceso puede apreciarse una colección de meteoritos, localizados en diferentes lugares de la república.

En el monumento prevalecía la función docente; además, contaba con un área comercial para proveer de fondos a la institución. Donde se reconocía el símbolo que representa al gremio de los mineros se localizaba en las esquinas de la fachada principal.

En la década de 1970 se realizaron importantes trabajos de restauración dirigidos por el arquitecto Sergio Zaldívar con la colaboración del arquitecto Alfredo Velasco.

Restauración[editar | editar código]

En el año de 1964, cuando la SEFI agrupaba aún a pocos ex-alumnos, su directiva, dándose cuenta de las malas condiciones en que se encontraba el Palacio de Minería, planteó su restauración como un nuevo objetivo, para dar nueva vida al edificio y destinarlo integralmente a los diversos usos que programara la Facultad de Ingeniería.

En ese año, ante la inminencia del derrumbe de algunas partes del edificio, se obtuvieron donativos por cerca de 600,000 pesos, que sirvieron exclusivamente para reestructurar las zonas más dañadas y apuntalar otras, así como para mejorar ligeramente el sistema de drenaje del Palacio, que por su deficiencia provocaba frecuentes inundaciones. Este fue el primer paso de la restauración.

Pero no fue sino hasta el año de 1971, cuando con una nueva planeación se emprendió formalmente la tarea que culminó en agosto de 1976. Para ello se integró el Patronato de Restauración del Palacio de Minería, asesorado por el Comité de Restauración. En el primero participaron distinguidos profesionales representativos de la Universidad y de la directiva de la SEFI, y en el segundo, profesionales de diversas especialidades, también con la participación de miembros del Consejo de la SEFI. Simultáneamente con la idea de restauración del Palacio surgió en la Facultad de Ingeniería la de crear el Centro de Educación Continua, la mejor escuela de actualización de los conocimientos de ingeniería que ahora existe en el país, y fue escogido precisamente el Palacio de Minería para instalarlo. Esto motivó un mayor interés en la realización de las obras de restauración, ya que así existía un objetivo fundamental que les daría vida en toda su plenitud.[11]

Referencias[editar | editar código]

  1. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/colonial.php
  2. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/cm_1.php
  3. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/construccion1.php
  4. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/actividades_a.php#
  5. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/reforma1833.php
  6. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/reforma.php
  7. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/ocupaciones_t1.php
  8. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/nocupaciones_t.php
  9. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/traslado.php
  10. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/utilizacion.php
  11. Tomado de: https://www.palaciomineria.unam.mx/historia/restauracion.php