Parroquia de la Santa Cruz y Soledad

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Datos

Época
Siglo XVI / 1590

Parroquia de la Santa Cruz y Soledad

Parroquia de la Santa Cruz y Soledad

Colonia
Dirección
Calle, Santa Escuela 16, Centro, Venustiano Carranza, 15100 Ciudad de México, CDMX
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Coordenadas
19° 25' 54.34" N, 99° 7' 23.12" W

La Parroquia de la Santa Cruz y Soledad está ubicada en la Colonia Del Parque en la Alcaldía Venustiano Carranza en la Ciudad de México. El edificio fue declarado monumento histórico en 1931 y restaurado completamente en 1982.

Historia[editar | editar código]

Siglo XVI

El templo original fue edificado a fines del siglo XVI y fue la séptima iglesia que se fabricó poco después de la conquista de México por los españoles. Se erigió en "parroquia de indios" el 27 de mayo de 1633, año en que por Real Cédula del arzobispo don Pedro Moya Contreras fue entregada a los religiosos agustinos para que la administraran.

Siglo XVIII

Hacia 1727 fue ampliada, se bendijo y dedicó el 29 de octubre de 1731, gracias a la iniciativa del bachiller Gregorio Pérez Cancio y al impulso del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa. El edificio estaba construido con adobe, piedra y mampostería, con dos entradas; la principal tenía encima de la puerta una claraboya redonda y la lateral presentaba dos ventanas rectangulares. La cubierta estaba fabricada con viguería y en general era una construcción de mala calidad.

El 8 de noviembre de 1750, esta iglesia-doctrina fue secularizada por órdenes del arzobispo rubio y Salinas y paso a poder de la curia. Su primer cura, el doctor Gregorio Pérez Cancio, mandó transformar el templo, ampliándolo y dándole la suntuosidad que hasta la fecha conserva. El encargado de la obra fue el arquitecto Ildefonso de Iniestra Vejarano y una consulta integrada por los arquitectos Cayetano de Sigüenza, Francisco Guerrero y Torres, José Eduardo de Herrera y el Maestro Álvarez.

Siglo XIX

a administración de esta parroquia se extendió por el norte, desde la plazoleta de la Santísima Trinidad hasta San Lázaro: por el oriente, desde el albarradón hasta la calle que va a San Ciprián: por el sur, desde esta calle, en línea recta, hasta el Puente de Curtidores; y por el poniente, también en línea recta, desde ese puente hasta la plazuela de la Santísima Trinidad, donde se dio principio, a cuyo territorio se agrega el Peñol de los Baños, el rancho de Pacheco o Balbuena y el del Tesoro. Antes de 1861 poseía esta parroquia nueve fincas, cuyo valor era de 58,500 pesos. Para su cuidado espiritual tiene un cura y dos vicarios.

Siglo XX

En 1903 se subió el nivel de los pisos, lo que contribuyó a que se perdieran las proporciones originales, además desapareció el retablo Neoclásico y se le sustituyó por uno de mármol "de aspecto vagamente gótico". Para el año de 1926 se inició un movimiento religioso cismático, lo que provocó disturbios y molestias a los vecinos de la zona, lo que motivó la intervención de la policía y por consecuencia su clausura por órdenes del gobierno. Pasó a poder de la Secretaría de Educación Pública, que no le dio uso alguno y poco después fue devuelto al culto.

A finales del siglo XX sufrió diversas intervenciones, la primera en 1981 por el proyecto de restauración del centro histórico y la segunda, de manera integral, debido a los sismos de 1985.[1]

Historia eclesiástica[editar | editar código]

De acuerdo con datos históricos, este templo fue una pequeña ermita levantada en el antiguo barrio indígena de Cuauhtzingo o Coltzingo, y fue una de las primeras parroquias de indios dedicada desde sus inicios a la Santa Cruz.

A su llegada a la Nueva España, los padres Agustinos solicitaron al Obispo Alonso de Montúfar una doctrina de indios que les permitiera impartir educación en idioma mexicano, petición que les fue concedida por orden de Felipe II, en la que se les otorgó la parroquia de San Pablo que administraban los frailes franciscanos junto con la ermita de la Santa Cruz, que con el tiempo, los Agustinos ampliaron y embellecieron para darle la dignidad que merecía, y en octubre de 1731 fue bendecida y dedicada solemnemente como Parroquia de Indios, pero en 1750 fue entregada al clero secular por orden del Arzobispo Don Manuel Rubio y Salinas.

Fue el sacerdote Antonio de Torres quien por devoción particular introdujo el culto a la Virgen de la Soledad en la parroquia de Santa Cruz, tomando de la sacristía una imagen de Nuestra Señora a la que revistió piadosamente y presentó ante los fieles para que le rindieran veneración, asociando esta advocación con el título del templo, dándole el nombre de Nuestra Señora de la Soledad de Santa Cruz.

Esta nueva advocación fue bien recibida por los fieles y su devoción se fue extendiendo más allá de la Ciudad de México durante el resto del siglo XVIII, y sin estar asociada a un hecho prodigioso, fue considerada una imagen milagrosa en la que el pueblo buscaba consuelo en sus aflicciones, dando testimonio de sus favores en los exvotos que le fueron dedicados.

En 1753, el Doctor Don Gregorio Pérez Cancio es nombrado cura secular del templo de Santa Cruz y fue el fundador de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, la cual, contaba con varias indulgencias papales y se estableció como fiesta principal el Viernes de Dolores, día en que la Virgen de la Soledad era sacada en procesión solemne. Con las limosnas que la cofradía recaudaba, comenzaron los trabajos para reedificar el templo que conocemos en la actualidad, concluida la obra en 1787 y dedicado solemnemente el 5 de septiembre de 1792.

El culto a Nuestra Señora de la Soledad seguía vigente a principios del siglo XX, pero en 1925, el templo fue entregado por el gobierno de Plutarco Elías Calles a una supuesta Iglesia Católica Apostólica Mexicana que tenía la intención de romper los lazos que existían entre el Clero Mexicano y la Santa Sede.

Esto generó una serie de enfrentamientos violentos e incluso, el Arzobispo José Mora y del Río envió una circular a todas las parroquias poniendo en entredicho el templo de la Soledad y Santa Cruz, estableciendo que todo feligrés que se acercara a las puertas de la parroquia, aunque solo fuera a visitar a la Virgen, sería excomulgado, lo que derivó en la falta de limosnas que pudieran sostener el templo y a sus encargados, encabezados por  José Joaquín Pérez Budar, “El Patriarca Pérez”, quien tomó la decisión de empeñar la imagen de la Virgen y algunos objetos de valor en el Monte de Piedad que más tarde fueron rescatados por el Arzobispado.

La tensión entre devotos y la “Iglesia” usurpadora creció de tal manera, que el presidente Calles ordenó a Pérez Budar desalojar el templo de la Soledad y lo entregó a la Secretaría de Educación Pública que lo convirtió en biblioteca. Fue hasta el 25 de julio de 1930 cuando Arzobispado de México tomó posesión nuevamente de la Parroquia, reanudándose el culto católico, pero con el tiempo, la devoción a la Virgen de la Soledad fue decayendo hasta quedar en el olvido.[2]

Arquitectura[editar | editar código]

En 1753, ya secularizada la parroquia, se nombró párroco al Mtro. Dr. Gregorio Pérez Cancio, quien emprendería la reedificación del nuevo templo, además escribió el Libro de Fábrica de la construcción de la parroquia. En dicho libro se pueden conocer detalles de la obra emprendida por Pérez Cancio en el siglo XVIII. Las mejoras al templo fueron dirigidas por arquitectos sobresalientes de la época: Cayetano de Sigüenza, Ildefonso de Iniesta Vejarano y Durán, y al maestro Francisco Antonio Guerrero y Torres, entre otros.

La reedificación del templo emprendida por el párroco Pérez Cancio dio como resultado un magnífico templo de estilo neoclásico. Se dedicó el templo renovado el 5 de septiembre de 1792. Tuvo cierta magnificencia el lugar en algún tiempo. Los que se han ocupado del tema afirman que los retablos eran de buena fábrica y en su haber se contaban obras de los mejores artistas mexicanos. De sus actuales lienzos, uno está firmado por Juan Correa. Sobre el arte en la parroquia de Santa Cruz y Soledad no se han dedicado estudios profundos.

La parroquia sufrió una nueva remodelación hacía 1794, ya que el maestro de arquitectura José Joaquín García de Torres declaró ante el corregidor de la ciudad, Bernardo de Bonovia que no puede aceptar más trabajo porque aún no concluye con la remodelación del templo de Santa Cruz y Soledad. Además, para 1805 se registraba ya la conclusión de la obra material de dicha parroquia por el tesorero de la Iglesia don Francisco Andrés de Anaya.

En 1903 la parroquia tuvo una nueva remodelación, según Gonzalo Obregón: Desapareció el retablo neoclásico siendo sustituido por un altar de mármol blanco de un aspecto vagamente gótico. Se subió el piso perdiendo la iglesia las proporciones originales; desapareció la candilería de calamina y una bellísima araña en cristal en forma de barco que pendía de la cúpula.[3]

Descripción de la capilla[editar | editar código]

La fachada occidental[editar | editar código]

Interior[editar | editar código]

El órgano[editar | editar código]

Disposición[editar | editar código]

Campanas[editar | editar código]

Equipo constructor[editar | editar código]

Otras observaciones[editar | editar código]

Notas[editar | editar código]

Referencias[editar | editar código]

Bibliografía[editar | editar código]

Enlaces externos[editar | editar código]

  1. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos. “Ficha del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles número I-09-01199 . -. Disponible en: http://catalogonacionalmhi.inah.gob.mx/consulta_publica/detalle/14158” , 07/08/20.
  2. Consultado en: https://elcolordelafe.com/2019/04/13/5875/ , 07/08/20.
  3. Síntesis histórica de la Parroquia de Santa Cruz y Soledad, Ciudad de México. Candy Ornelas y Clara Rodríguez.