Terremoto de 1985

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El Terremoto de 1985 fue uno de los fenómenos naturales que más ha impactado en la historia del país por eso es uno de los 49 Acontecimientos Inolvidables en la Ciudad de México. El primer terremoto de ese año sucedió el 19 de septiembre a las 7:19 am, sin embargo no terminó ahí pues al día siguiente, en la noche del 20 de septiembre otro sismo sacudió a la ciudad.

Datos

Época

Hotel Regis tras terremoto de 1985

Hotel Regis tras terremoto de 1985



Historia[editar | editar código]

19 de septiembre de 1985[editar | editar código]

El terremoto del 19 de septiembre de 1985, fue el más mortífero y destructivo que se ha registrado en la historia de la ciudad de México. El epicentro se localizó en las costas de Michoacán y Guerrero, rotura del contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica, en una extensión de 50 km x 170 km y unos 18 km de profundidad. Su magnitud fue 8.1, según informó el Instituto de Geofísica de la UNAM, con una duración de casi cuatro minutos, de los cuales, un minuto y treinta segundos corresponden a la etapa de mayor movimiento.

La intensidad en la superficie directamente sobre la zona de ruptura, alcanzó IX en la escala Mercalli Modificada (Daño considerable en estructuras de diseño especial; estructuras con armaduras bien diseñadas pierden la vertical; daño grande en edificios sólidos con colapso parcial. Los edificios se desplazan de los cimientos. Grietas visibles en el suelo. Tuberías subterráneas rotas). A pesar de la gran distancia focal (370 Km) que atenúa fuertemente las ondas en roca, los efectos de sitio en la ciudad las amplificaron dramáticamente, principalmente en ciertos rangos estrechos de frecuencia de vibración. Debido a la estratigrafía profunda del Valle de México, las ondas que llegaron aquí a la superficie superior rocosa tenían en comparación con temblores en otros sitios, un contenido excepcionalmente alto de energía en un intervalo de frecuencias que abarca justamente aquellas que más amplifican las arcillas del valle.

A su vez, las construcciones que, al experimentar grandes oscilaciones, vibraban naturalmente en este intervalo de frecuencias (en general edificios de 7 a 15 pisos) sufrieron los máximos daños. Esa mañana, un trágico despertar dejó a su paso: muertos, heridos, desaparecidos, damnificados, edificios públicos, privados y casas habitacionales destruidas; inmuebles en peligro de caer; interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas; múltiples rupturas en el asfalto y la paralización total en el servicio de transporte colectivo.

Por todos lados surgieron brigadas de rescate de aquellos que desinteresadamente ofrecieron algo más que sus propias manos. Crecía a cada momento la incertidumbre y luego la desesperación, no había picos, ni palas, ni marros, mucho menos maquinaría o aparatos especiales para las labores de salvamento; hospitales y ambulancias no se daban abasto, mientras que la escasez de medicamentos y sangre tuvieron como consecuencia la pérdida de muchas vidas que pudieron ser salvadas.

El secretario de la Defensa Nacional, anunció minutos después del temblor que el Ejército Mexicano había puesto en operación el Plan DN-III de auxilio a la población civil. Para millones de capitalinos, entre las 7:19 y 7:22 todo terminó para empezar dramáticamente.[1]

Cuando el Ejército mexicano instrumentó el Plan DNIII, la población ya estaba volcada en las calles, realizando labores de rescate, recopilando medicinas, ropa y víveres para los primeros damnificados e instalando albergues en calles, parques y aceras.  Más de 4 mil personas fueron rescatadas de los escombros.  Hubo personas que sobrevivieron hasta 10 días bajo la tierra, solos, asustados, heridos, sin agua ni comida.[2]

Aparecen entonces las primeras respuestas a la desgracia: se desborda la generosidad y el apoyo internacional. El presidente de Cuba, Fidel Castro, fue uno de los principales; le siguieron dirigentes de la ONU y los presidentes de Argentina, Colombia, Estados Unidos, España, Nicaragua y Venezuela (entre otros).

La noche del jueves miles de habitantes del Distrito Federal, atemorizados ante la posibilidad de un nuevo temblor, durmieron fuera de sus casas en albergues improvisados y campamentos ubicados en parques, camellones, aceras y, en menor medida, en instalaciones públicas.[1]

20 de septiembre de 1985[editar | editar código]

La noche del viernes sucede lo peor: vuelve a temblar a las 19:38 hrs, con magnitud de 7.6, duración de un minuto y medio en las coordenadas epicentrales 17.4 latitud norte 102.0 longitud oeste. Como consecuencia, se derrumbaron 20 edificios más y el pánico fue inevitable. Hora y media después del temblor, el Presidente de la República dirigió un mensaje a la población a través de la TV y la radio, en el que expresó su reconocimiento a la población por su "extraordinaria solidaridad".

Este sismo causó alarma en la región epicentral y el colapso de estructuras dañadas por el evento principal del día anterior. Ocasionó también un tsunami en la zona de Ixtapa con una altura de 1.5 m, cuando menos. El gobierno de la Ciudad, dio cifras preliminares del desastre: aproximadamente mil personas atrapadas entre los escombros; cinco mil heridos y tres mil damnificados; 250 edificios caídos y otros 50 en peligro de derrumbarse. Entre los edificios colapsados y que por su importancia destacan, están: El Hospital Juárez de 11 pisos, donde se encontraban, se dice, unas 700 personas; la unidad de gineco obstetricia del Hospital General, con más de 500 pacientes y un número indeterminado de niños recién nacidos; el edificio "Nuevo León" en Tlatelolco, donde vivían 185 familias; un multifamiliar de la Unidad Juárez; los hoteles: Regis, Montreal, De Carlo, Romano, Principado y Versalles con un número indeterminado de huéspedes.

Los edificios de gobierno derrumbados fueron el de la Secretaria de Trabajo, FONACOT, SECOFI, el recientemente estrenado Instituto Mexicano de la Radio, una de las torres del conjunto Pino Suárez, tres pisos del ala norte del conjunto de la Secretaria del Consumidor. También se anunció el derrumbe del edificio ocupado por la Policía Judicial Federal. Múltiples viviendas populares de las colonias Roma, Morelos, Guerrero y Tepito también se vinieron abajo.[1]

Lo que vino después de terremoto[editar | editar código]

Durante el sábado 21 y domingo 22 de septiembre treinta mil efectivos militares del Plan DN-III continuaron con las labores de rescate. La cifra de personas fallecidas: 2,822 según la Secretaría de Protección y Vialidad.

El Servicio Médico Forense, manifestó el riesgo de epidemias por contaminación del agua ya que "no se había establecido un programa sanitario debido a la magnitud del problema". Por su parte, la Secretaría de Salud, pidió tranquilidad a la población ante la eventualidad de complicaciones de contaminación y epidemias, ya que "todo estaba bajo estricto control".

Para el lunes 23 de septiembre los pacientes encamados de la Cruz Roja de Polanco fueron reacomodados en salas que fueron adornadas con flores, muñecos de peluche y hasta televisión. Los convalecientes, muchos de ellos con indicación médica de reposo absoluto, recibieron la visita de distintas damas distinguidas entre las que destacaron la primera dama del país y la de Estados Unidos, quien recorrió la zona afectada en medio de un aparatoso, estorboso y prepotente equipo de seguridad.

Paulatinamente la ciudad comenzó la reconstrucción, a cerrar la herida cuya cicatriz quedará en la memoria histórica con la bandera Nacional a media asta todos los 19 de septiembre, a partir de 1985.[1]

Al menos 2.800 edificios sufrieron daños estructurales y 880 fueron derrumbados totalmente por el sismo. El Gobierno mexicano no estaba preparado para la emergencia y menos para costear la reparación de los daños. El entonces presidente Miguel de la Madrid fue criticado por la lenta respuesta de su Administración ante las consecuencias del terremoto y por demorar el acceso a la ayuda internacional. Los habitantes de la capital mexicana emprendieron el rescate sin que las autoridades intervinieran.

La reconstrucción demoró tanto que incluso en la década de los años 90 algunos edificios seguían en ruinas. Los siguientes meses fueron difíciles para los mexicanos. Se contabilizaron a 6.000 muertos por la catástrofe y cientos de edificios de salud y educación había sido derribados. La reconstrucción fue pausada y la pérdidas se contabilizaron en 4.100 millones de dólares. [3]

Las delegaciones más afectadas fueron Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Benito Juárez, Iztapalapa, Gustavo. A. Madero y Coyoacán, sin embargo, fue en la primera dónde la magnitud de la tragedia se vio con claridad en las calles de las colonias Roma, Juárez, Condesa, Guerrero, Tlaltelolco y Narvarte. En la delegación Cuauhtémoc se derrumbaron 258 edificios y 181 quedaron severamente fracturados; en Benito Juárez fueron 50 los dañados; en Gustavo A. Madero, 25. [4]

El entorno urbano de la Ciudad de México cambió para siempre.  Nuevos parques, plazas y unidades habitacionales ocuparon los espacios de las construcciones derrumbadas.  También surgió un movimiento social que avanzó en la democratización de México entero: la participación política de la ciudadanía se multiplicó, nuevos grupos políticos y organizaciones no gubernamentales surgieron para relevar al gobierno, exigir cuentas y transparentar acciones.

No sólo se asomaron los primeros esfuerzos para construir una cultura de prevención y protección civil, sino que inició el desarrollo institucional para prevenir y mitigar los efectos de los desastres naturales.[2]

Creación de Los Topos[editar | editar código]

La magnitud de la tragedia fue tan grande que el gobierno se rebasó en las primeras horas. Y entonces, para ayudar a los desvalidos, algunos hombres y mujeres salieron a la calle a enfrentar los estragos del desastre. Sin descansar un minuto, estos valientes escarbaron incansablemente en la pila de escombros que había en la Ciudad de México con la esperanza de encontrar a alguien con vida. Estos voluntarios del terremoto dieron origen a varias brigadas que por su forma de trabajar fueron conocidos como “Los Topos”.

Una de ellas fue la Brigada de Internacional de Rescate Tlatelolco-Azteca, una organización que se fundó luego de este sismo por Héctor “El chino” Méndez.

Otro grupo que surgió fueron los Topos Tlatelolco y desde 1986 ayudan a la comunidad a levantarse de las tragedias naturales que la abaten, prestando espacial apoyo en la reconstrucción.[5] Esta brigada ha compartido su experiencia en desastres naturales en otras latitudes como han sido los terremotos de Egipto en 1992, Japón en 1995 y Colombia 1999; también en tragedias como el atentado en Nueva York en 2001.

Fueron bautizados así por la prensa dada las acciones que realizaron en la remoción de escombros y búsqueda de personas. Con el tiempo han profesionalizado sus prácticas, las cuales se definen como equipo ligero de respuesta inmediata. Cuerdas, picos, martillos, sierras eléctricas, camillas y servicios médicos básicos, son algunos de los apoyos que brindan.[6]

Referencias[editar | editar código]


  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 Tomado de: http://www.cires.org.mx/1985_es.php Fecha de consulta 13/05/2020
  2. 2,0 2,1 Tomado de: https://www.infobae.com/mexico-2/2019/09/19/terremoto-de-1985-la-destruccion-y-el-sismo-que-cambio-la-imagen-de-la-cdmx/ Fecha de consulta 13/05/2020
  3. Tomado de: https://elpais.com/internacional/2015/09/15/actualidad/1442353390_646617.html Fecha de consulta 13/05/2020
  4. Tomado de: https://www.milenio.com/politica/comunidad/terremoto-1985-edificios-colapsados-19-septiembre
  5. Tomado de: https://mxcity.mx/2017/09/los-topos-la-historia-de-los-rescatistas-extremos-mas-heroicos-del-mundo/
  6. Tomado de: https://www.quien.com/actualidad/2017/09/20/topos-la-historia-de-los-ciudadanos-convertidos-en-rescatistas